Tres consideraciones clave para las empresas que implementan una IA ética
La inteligencia artificial (IA) ha crecido exponencialmente y ha transformado las industrias en todo el mundo. A medida que se expanden sus casos de uso, han surgido preocupaciones en torno a la ética, la transparencia de los datos y el cumplimiento normativo. Chloé Wade, vicepresidenta de IDA Ireland, analiza la importancia de los marcos éticos de IA, las pautas regulatorias y las estrategias internas para garantizar una implementación responsable de la IA. La inteligencia artificial (IA) y sus múltiples usos han experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años, convirtiéndose en una de las tecnologías más populares y debatidas de la década. Chloé Wade, vicepresidenta de Servicios Financieros Internacionales para el Reino Unido en IDA Ireland, analiza la importancia de implementar directrices internas y cumplir con las nuevas regulaciones gubernamentales, con la idea de que se debe priorizar la IA ética. Los últimos avances en IA y su popularidad han captado la atención mundial, creando titulares y generando debates en todo el mundo. Más de 100 millones de usuarios semanales están acudiendo en masa al Chat GPT de Open AI, y continuamente surgen nuevos casos de uso a medida que se continúa explorando el potencial de esta tecnología, desde su uso en el diagnóstico médico hasta la fabricación de robótica y automóviles autónomos. Un estudio realizado por la Oficina de Estadísticas Nacionales el año pasado descubrió que una de cada seis organizaciones del Reino Unido ha implementado alguna forma de IA, lo que contribuye a un mercado valorado en más de £16.8 mil millones.[1] Este rápido crecimiento plantea interrogantes sobre las implicaciones éticas de esta tecnología. Otro estudio de Forbes Advisor reveló que más de la mitad de la población del Reino Unido está preocupada por el uso de la IA, en particular en lo que respecta a la desinformación, la privacidad, la transparencia y los efectos de desplazamiento. [2] ¿Cuáles son estas preocupaciones, cómo están respondiendo los organismos reguladores y cuáles son las tres consideraciones clave para garantizar un marco ético de IA? Orientación regulatoria proveniente de la UE Una encuesta reciente de YouGov reveló las dos principales preocupaciones en torno a la IA: el 50% de los líderes empresariales del Reino Unido se centran en la futura regulación de la IA y el 46% en el uso de datos no válidos o sesgados. [3] Se están estableciendo nuevas medidas para garantizar que la IA tenga una orientación ética, en particular la Ley de Inteligencia Artificial de la UE de 2024, que entró en vigor oficialmente el 1 de agosto de 2024. A pesar de su naturaleza rígida, varias naciones están desarrollando marcos similares a los de la Comisión Europea para proteger al público y, al mismo tiempo, alentar a las organizaciones a aprovechar los numerosos beneficios de la IA. El Reino Unido ha adoptado un «enfoque pro innovación» para la regulación de la IA, pero aún no ha introducido un estatuto propio. Aunque se propuso un proyecto de ley regulatorio en marzo de 2024, todavía está siendo revisado. De hecho, la Ley de IA de la UE afecta a algunas empresas del Reino Unido: aquellas que «desarrollan o implementan un sistema de IA que se utiliza en la UE», según el CBI. Sin embargo, inculcar valores morales y éticos en estos modelos, especialmente en contextos de toma de decisiones importantes, presenta un desafío. Los códigos éticos en las empresas y los marcos regulatorios son dos formas principales de implementar la ética de la IA. Abordar en profundidad la ética y la responsabilidad en el desarrollo de software de IA puede proporcionar una ventaja competitiva sobre aquellos que descuidan estas cuestiones. Los informes y las evaluaciones se están volviendo esenciales a medida que regulaciones como la Ley de IA de la UE se vuelven efectivas para ayudar a las empresas a gestionar los riesgos asociados con la IA. El espíritu es garantizar que los sistemas de IA ayuden en lugar de reemplazar la toma de decisiones humana. La IA carece de la capacidad de tomar decisiones éticas o comprender los matices morales, lo que hace necesaria la supervisión humana, especialmente en aplicaciones críticas que afectan el bienestar y la justicia social. Se debe alentar el uso de la IA como herramienta para mejorar la eficiencia y la productividad de los trabajadores, al tiempo que se mantiene la alineación con la nueva legislación y los códigos éticos, como el Código de Conducta de BCS. [4] Pasos clave para la implementación interna de una IA ética Irlanda es un país que ha establecido una cantidad sustancial de procesos básicos para prepararse para el esperado crecimiento exponencial a largo plazo del mercado de IA. Con la publicación de la estrategia nacional de IA ‘AI—Here for Good’ [5], el gobierno irlandés espera que las organizaciones civiles y de servicio público adopten la IA de manera responsable e innovadora para mejorar la prestación de los servicios públicos actuales y nuevos. Irlanda ha ordenado que todas las aplicaciones de IA dentro del servicio público se adhieran a siete pautas éticas de IA, como se describe por el Grupo de expertos de alto nivel de la Comisión Europea sobre IA en sus Pautas éticas para una IA confiable. [6] Pero, ¿qué deberían hacer las empresas internamente? Las empresas deben reconocer en primer lugar la naturaleza cooperativa de la IA y cómo se pueden crear impactos positivos. Durante las etapas preliminares de implementación, los líderes empresariales deben abordar cómo procesan, almacenan y extraen datos dentro de su ecosistema de valor. Dado que los objetivos organizacionales y las estrategias corporativas difieren entre las empresas, se deben explorar las capacidades de modelos de IA específicos, incluidos los modelos de aprendizaje automático (ML) y los modelos generativos, para determinar el uso óptimo de esta tecnología dentro de las operaciones. Existen varias estrategias que pueden aumentar la confiabilidad del software de IA. La evaluación de riesgos es un aspecto fundamental de estos procesos, como herramienta para que los desarrolladores e ingenieros de sistemas determinen si los casos de uso son de alto
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