La segunda semana del curso en línea de Aprendizaje de IA se centró en conocer la IA: sus orígenes, la confusión sobre su naturaleza, los campos en los que se puede emplear y el elemento vital de la IA: nuestros datos.
En la confusión encontramos claridad
Una de las primeras conferencias fue sobre la definición de IA. Resultó que tratar de definir la IA en una sola definición es imposible y probablemente aumente la confusión. IA es un término genérico que abarca muchos niveles y dimensiones diferentes de campos, enfoques y aplicaciones, así como visiones e ideas utópicas y distópicas. La IA es una tecnología en el sentido más amplio. Es un artefacto técnico, una entidad creada por el hombre que utiliza elementos naturales para cumplir una función o propósito.
La IA está profundamente entrelazada con la sociedad humana y nuestro sistema sociotecnológico. Sin ese sistema, la IA no existiría. Definir la IA significa definir su espacio en nuestros sistemas sociotecnológicos altamente complejos. ¿Cómo podemos nosotros, como aprendices, manejar esta situación confusa? Simplemente preguntando «¿a qué nos referimos?» Este es un método simple para encontrar claridad en medio de la confusión que rodea a la IA.
El aprendiz invisible
Generalmente nos referimos a la IA como una herramienta y un objeto de estudio; en nuestro curso, deberíamos ir más allá y describirla como un aprendiz invisible, como el Pinocho de Geppetto que anhela comprender el mundo. ¿Por qué? Porque tan pronto como comencemos con el trabajo práctico, nuestro sistema DiploAI aprenderá y evolucionará con nosotros . Esto es algo con lo que nosotros, los aprendices humanos, debemos familiarizarnos, ya que la naturaleza de estos sistemas de IA es ser más que herramientas pasivas.
Sin embargo, a diferencia de un aprendiz humano, la IA no tiene la capacidad de comprender el contexto o el significado como lo hacen los humanos. Procesa la información basándose en patrones y probabilidades , de forma similar a cómo los colores y símbolos de una bandera transmiten mensajes específicos sin palabras.
¿El aprendizaje eterno de la IA?
El papel de la IA como aprendiz invisible es evidente en diversas aplicaciones, desde la automatización de tareas rutinarias hasta la obtención de información a través del análisis de datos. Ayuda a los diplomáticos afinando los temas de conversación, sugiriendo formulaciones alternativas y realizando investigaciones de antecedentes . ¿Se convertirá algún día en el maestro?
Por ahora, sigue siendo un aprendiz, capaz de imitar a la autoridad, pero sin la comprensión y el criterio matizados que poseen los diplomáticos humanos. Al igual que Pinocho, que tuvo que aprender y crecer a través de la experiencia, la IA necesita orientación y retroalimentación para desarrollar sus capacidades. Así que tal vez deberíamos hablar más bien de un aprendiz eterno que de uno invisible. Pero ¿cómo entender la IA?
Usando banderas para explicar la IA
Explicar el funcionamiento tecnológico de la IA no es una tarea fácil. El conferenciante principal, Jovan Kurbalija, encontró una forma innovadora de explicar la IA a través de las banderas nacionales . Nos mostró cómo establecer paralelismos entre los patrones de las banderas y los patrones que la IA reconoce en los datos. Así como el diseño de una bandera transmite significado a través de su disposición de colores y símbolos , la IA interpreta los datos identificando patrones y correlaciones. Este proceso es fundamental para la funcionalidad de la IA, ya que le permite hacer predicciones y generar información.
Por ejemplo, considere el «análisis de colores de las banderas» como una forma de entender las capacidades de reconocimiento de patrones de la IA. Cada color de una bandera puede verse como un punto de datos y el diseño general como un conjunto de datos. La IA analiza estos puntos de datos para discernir patrones, de manera muy similar a cómo procesa grandes cantidades de información para identificar tendencias y tomar decisiones.
Nuestra alianza con la IA: construyendo sobre metáforas
A medida que conocemos la IA, también debemos observarnos a nosotros mismos en esta relación. A menudo le damos cualidades humanas a la IA, es decir, la antropomorfizamos. Comparamos la IA con el cerebro humano o usamos términos como «aprendiz». Esto no es solo una peculiaridad lingüística; nos muestra cómo construimos relaciones . Piénselo: le damos nombre a nuestros autos, hablamos con nuestras plantas y ahora estamos desarrollando vínculos con la IA. Es parte de la naturaleza humana buscar la conexión, incluso con objetos inanimados. La historia sobre la creación de Pinocho por parte de Geppetto es un recordatorio de cómo tratamos de transferir nuestros propios valores y ambiciones inherentes a nuestras creaciones. Estas metáforas nos ayudan a comprender la novedad de la IA al compararla con conceptos familiares. Hacen que la IA sea menos intimidante y más cercana.
Conozca los límites
Sin embargo, es fundamental reconocer también las limitaciones de estas metáforas. Si bien resaltan similitudes, también pueden ocultar diferencias importantes. La IA, a diferencia de los humanos, no «piensa» ni «aprende» en el sentido tradicional. Procesa datos en función de patrones, sin la capacidad de comprender el contexto o el significado como lo hacemos nosotros.
Si reconocemos estas limitaciones, podremos evitar expectativas poco realistas y desarrollar una comprensión más matizada de las capacidades y limitaciones de la IA. Es como cualquier relación: requiere una comunicación clara.
Conclusión de la semana 2
A medida que avanzamos hacia la parte práctica de nuestro aprendizaje, comprender el papel de la IA se vuelve cada vez más importante. Al usar metáforas como banderas y recordar las lecciones de Geppetto y Pinocho, podemos desmitificar la IA y hacer que sus complejos procesos sean más accesibles. Esta comprensión es esencial para debates informados, inclusivos e impactantes sobre la gobernanza de la IA mientras nos esforzamos por anclar la IA en los valores fundamentales de la humanidad. DiploFoundation. A. L. Traducido al español