Un aplazamiento inesperado frena las ambiciones marcianas de la compañía aeroespacial del fundador de Amazon, justo cuando el futuro interplanetario parecía comenzar a tomar forma.
Jeff Bezos y su compañía Blue Origin han tenido que levantar el pie del acelerador: la misión ESCAPADE, que debía despegar rumbo a Marte este 29 de septiembre, ha sido pospuesta. Aunque los preparativos para el lanzamiento estaban en marcha desde hace semanas, tanto el vehículo de lanzamiento (el New Glenn) como la carga útil aún no estaban listos para el desafío.
La postergación no es menor: el despegue se retrasa hasta finales de octubre o, más probablemente, inicios de noviembre. Según el último informe publicado por SpaceNews, este retraso está motivado por la necesidad de completar pruebas fundamentales tanto en el propulsor de la primera etapa como en la integración de los satélites de la NASA.
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Un revés técnico que se suma a una espera prolongada: las sondas ESCAPADE llevan más de un año aguardando una oportunidad real de despegar hacia el planeta rojo. Originalmente, ESCAPADE debía haber formado parte del vuelo inaugural del New Glenn, que finalmente tuvo lugar en enero de este año.
Sin embargo, en una muestra de prudencia, la NASA optó por no arriesgar sus delicados instrumentos científicos en una nave que aún no había sido validada en vuelo. Esta decisión, aunque sensata, ha contribuido a extender la ya larga cuenta atrás de esta ambiciosa misión doble que busca desentrañar los secretos del entorno magnético marciano.
Por el momento, la nave está estacionada en las instalaciones de Astrotech y se prevé su traslado al Complejo de Lanzamiento 36 a principios de octubre. Desde allí, si todo marcha según lo previsto, el próximo vuelo de New Glenn ocurrirá a mediados de mes, abriendo una nueva ventana de lanzamiento poco después. La espera, aunque frustrante para muchos, responde a una lógica inquebrantable en la exploración espacial: la precisión y la seguridad no se pueden improvisar.
Misión ESCAPADE
La misión ESCAPADE (Escape and Plasma Acceleration and Dynamics Explorers) de la NASA no es simplemente otro experimento en el espacio profundo. Utilizando dos naves idénticas, esta iniciativa científica busca estudiar cómo interactúa el viento solar con la magnetosfera marciana, así como los mecanismos que permiten el escape de su atmósfera. Una investigación crucial no solo para entender el pasado climático del planeta, sino también para prever los riesgos que podrían enfrentar futuras misiones tripuladas.
Las dos naves gemelas llevarán a bordo una tríada de instrumentos esenciales: un magnetómetro para medir el campo magnético de Marte, un analizador electrostático que registrará la presencia de iones y electrones, y una sonda Langmuir que permitirá estudiar la densidad del plasma y la radiación ultravioleta extrema.
Estos datos no solo ofrecerán una imagen dinámica de la magnetosfera marciana, sino que serán fundamentales para mapear la meteorología espacial que afectará a futuras exploraciones humanas.
Cada una de estas piezas es clave en el rompecabezas marciano, un desafío que ha cautivado la imaginación de científicos y empresarios por igual. Blue Origin, en su afán de convertirse en un actor protagónico del nuevo capítulo espacial, ha apostado fuerte por este proyecto. Pero la ciencia y la tecnología no obedecen al entusiasmo de los magnates, sino a los ritmos implacables de la validación técnica.
El viaje a Marte, aunque lejano en kilómetros, se mide en decisiones críticas, en detalles minuciosos y en la resistencia de la paciencia humana. La NASA estima que, una vez lanzadas, las sondas ESCAPADE tardarán alrededor de 11 meses en llegar a la órbita del planeta rojo. Será entonces cuando comience realmente su misión: ofrecer datos inéditos sobre el entorno marciano, con vistas a preparar el terreno para la presencia humana futura.
National geographic News. S. P. Traducido al español
